img_5317No había corrido nunca la Santurce-Bilbao. Os la recomiendo. Es una carrera rápida. Eso sí, tiene dos repechos de los de poca broma. Así y todo he rendido a buen nivel y me he marchado muy contento de la gran capital vizcaína después de, como dice una conocidísima canción, ir “por toda la orilla con la saya remangada luciendo la pantorrilla”. Jajajaja.

El comienzo de esta temporada está siendo positivo hasta el momento. Tras los croses de Atapuerca y Soria, donde he podido notar una mejoría con respecto a la temporada pasada, ha llegado la popular carrera vizcaína donde he corrido rápido y a gusto.

Los primeros cinco kilómetros hemos ido en un grupo de diez atletas en el que era el único nacional. El resto eran africanos. En el seis se han ido por delante cuatro. De esos cuatro dos han conseguido distanciarse del resto y a los otros dos les he conseguido dar alcance en el kilómetro nueve, más o menos.

Uno de ellos se ha quedado descolgado y con el otro he ido hasta el Palacio de Congresos Euskalduna. Justo antes de llegar a su altura y tras una recta prolongada en la que das rienda suelta a los caballos de repente se planta ante ti un murete que te cambia absolutamente el ritmo y te pone las patas como piedras. Y eso prácticamente en la recta final de la prueba. Mi compañero de carrera me ha sacado hay unos metros que no he podido recuperar.

Al final he llegado cuarto a meta tras Josep Kiprono, Enmanuel Bor y Josep Munywok, primer nacional, primer vasco. Cuarteto que hemos entrado en apenas 40 segundos.

Lo dicho, contento y yendo a más en mi estado de forma que como ya sabéis estoy enfocando al maratón en 2017. La Santurce-Bilbao ha sido una buena carga de pilas para una batería que poco a poco crece en capacidad de almacenaje.