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La primera oportunidad de lograr la mínima olímpica en Berlín se ha esfumado antes de llegar al kilómetro 30. Pero todavía queda Sevilla. En febrero volveré a intentarlo con más ganas e ilusión si cabe.

Hasta el 25 he ido a buen ritmo, en tiempos para lograr el objetivo. Sin embargo y a partir del avituallamiento de ese punto kilométrico el estómago ha comenzado a significarse negativamente.

He vomitado, he tenido que ir al baño y al salir me he visto obligado a abandonar la prueba en el kilómetro 28. Vamos, que «me he ido por las patas», como se suele decir coloquialmente.

Los avituallamientos han sido algo caóticos. Había colaboradores de otros corredores que en su afán por ayudar a su pupilo entorpecían la recogida del botellín del resto que íbamos solos. De hecho en el 5 y en el 10 no he podido cogerlo y tan solo le he metido agua al cuerpo.

Por lo demás, las conclusiones sobre el punto de preparación y demás son positivas. Creo que hemos hecho un buen trabajo y que es perfectamente replicable para la próxima oportunidad.

He ido bien de piernas y muy concentrado. Me quedo con eso y con todo el apoyo y cariño recibido. Estoy en deuda con todos.

Espero saldar la cuenta en Sevilla.